Hacia el objetivo cero emisiones.
Un análisis de las arquitecturas vernáculas producidas a lo largo de la historia nos muestra su configuración como el resultado lógico del uso de los materiales disponibles, de la adecuación a la tecnología desarrollada y a la economía imperante. Pero además, conviene darse cuenta de que estas arquitecturas son también la respuesta directa a las características del clima y el territorio en el que se localizan. Y son así siempre, no importa el lugar ni la época a la que pertenezcan. Buen ejemplo de ello son las arquitecturas del sol (o de la sombra), del viento, del agua o de la tierra.
La arquitectura y el urbanismo han de responder hoy a múltiples exigencias de carácter cultural, funcional, técnico y normativo, exigencias propias de una sociedad compleja y global. Y entre ellas, la atención a la sostenibilidad medioambiental adquiere un papel protagonista. Esta sociedad compleja y global vuelve a ser consciente de lo limitado de los recursos disponibles y de la fragilidad del entorno.
Como reflejo de la sociedad contemporánea el lenguaje de las propuestas realizadas por OSA pretende ser también la respuesta formal y material a los requisitos medioambientales del emplazamiento. Una arquitectura que adquiere un compromiso con:
- La reducción de la demanda energética a través de la incorporación de estrategias pasivas de diseño bioclimático,
- La reducción del consumo a través del planteamiento de instalaciones de eficiencia energética contrastada,
- La racionalización del consumo a través de planteamientos de gestión energética,
- La eliminación de emisiones a través de la incorporación en el diseño de estrategias activas de consumo de energías renovables.
Para ello resulta imprescindible un riguroso estudio previo del clima y de las medidas pasivas susceptibles de ser adoptadas en él para alcanzar las condiciones de confort sin necesidad de consumos energéticos. Un estudio que permite sacar conclusiones sobre las orientaciones, las formas, las envolventes, los espacios o los materiales.
A partir de aquí los criterios de diseño desplegados entran a formar parte de un proceso iterativo en el que la validez de las soluciones funcionales, técnicas o normativas de espacios e instalaciones se confirman a través de simulaciones energéticas.
Pero la preocupación no ha de quedar reducida únicamente a la vida útil del edificio. Los procesos previos de producción, transporte, construcción y gestión de residuos, así como los posteriores de reutilización, transformación y reciclado también forman parte del balance energético y de emisiones a atender. Por ello OSA aboga por la incorporación de la prefabricación en los procesos de diseño. Se disminuyen así los consumos de materiales, energía de fabricación, transporte y puesta en obra a través de la reducción de plazos y residuos y el aumento del control de calidad y de las condiciones de seguridad.
La implantación sostenible, la gestión de la energía, el agua, los residuos, el uso de materiales y sistemas industrializados o la calidad ambiental de los espacios son tenidos en cuenta en las decisiones de diseño por parte de OSA.
El reto de la sostenibilidad medioambiental convertido en la fuente de inspiración lógica e imprescindible para el origen de la forma y la materialización de la arquitectura y el urbanismo de nuestra época.
Una arquitectura y un urbanismo para el que OSA fija su horizonte en la consecución de un nivel de cero emisiones.